MEMORIA COLECTIVA
Y MEMORIA HISTÓRICA
Maurice Halbwachs (2011)
Resumen:
MEMORIA AUTOBIOGRÁFICA Y MEMORIA HISTÓRICA: APARENTE OPOSICIÓN
No nos hemos acostumbrado aún a hablar de la memoria de un grupo, ni siquiera de manera metafórica. Parece que la memoria
solo puede existir y perdurar cuando está asociada a un individuo o un cerebro singular. Sin embargo, podemos considerar que los
recuerdos pueden organizarse de dos formas: centrados en una persona específica que los ve desde su perspectiva individual, o
distribuidos en una sociedad más amplia como imágenes parciales. Así, existirían memorias individuales y, de algún modo,
memorias colectivas.
Cuando un individuo participa en estos dos tipos de memorias, adopta actitudes muy distintas e incluso opuestas. En su vida
personal, sus recuerdos se desarrollan y se ven desde su propia personalidad, distinguiéndose de los compartidos con otros. S in
embargo, también puede actuar como miembro de un grupo que contribuye a mantener recuerdos impersonales que interesan a
ese grupo.
Estas dos memorias pueden influirse mutuamente; la memoria individual puede apoyarse en la memoria colectiva para confirmar
y precisar recuerdos, aunque la memoria colectiva sigue evolucionando según sus propias leyes y absorbe progresivamente las
contribuciones externas.
La memoria individual, por otro lado, no está aislada; a menudo requiere referencias externas fijadas por la sociedad para ev ocar
el pasado propio. Aunque limitada en espacio y tiempo, no se confunde con la memoria de los demás. En contraste, la memoria
colectiva puede incluir hechos que un individuo no experimentó directamente pero que forman parte de la memoria de un grupo
más amplio.
Así, podemos distinguir entre la memoria autobiográfica, interna o personal, y la memoria histórica, externa o social. La pri mera
se apoya en la segunda, ya que nuestra historia personal forma parte de la historia general, aunque esta última sea más ampli a y
represente el pasado de manera más resumida y esquemática, mientras que la memoria autobiográfica ofrece una representación
más continua y densa de nuestra propia vida.
No estamos acostumbrados a considerar nuestra memoria personal desde adentro, mientras que vemos la memoria colectiva
desde afuera, lo que crea un fuerte contraste entre ambas. Por ejemplo, recuerdo Reims porque viví allí durante un año, pero
también sé que Juana de Arco estuvo allí y que Carlos VII fue coronado allí, aunque esta información me llega a través de relatos
que he escuchado o leído. Esta separación entre lo que experimentamos personalmente y lo que conocemos de eventos históricos
a través de terceros es evidente en la manera en que entendemos la historia.
Si la memoria colectiva se limitara a fechas y definiciones arbitrarias de hechos, nos parecería distante. En nuestras socied ades
vastas, hay muchas vidas que transcurren sin conexión con los intereses comunes de la mayoría. A veces, estamos tan absorbido s
por nuestras propias vidas que perdemos el contacto con los eventos públicos.
Podemos dividir nuestras experiencias en momentos definidos por eventos nacionales importantes, pero esta asociación se hace
retrospectivamente. Los eventos históricos no ocupan su lugar en nuestra memoria hasta después de haber ocurrido. Por lo tanto,
la operación de asociar nuestras vidas con eventos nacionales es artificial y muestra que estudiamos dos objetos distintos: la
memoria individual y la colectiva.
Si la memoria colectiva se redujera a simples listas de hechos históricos, su papel en la formación de nuestros recuerdos ser ía
secundario. Pero esto no concuerda con la realidad. Aunque reconocemos que nuestros recuerdos están influenciados por
divisiones temporales acordadas socialmente, esto no niega la especificidad de la memoria individual.
SU INTERPENETRACIÓ N REAL (LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA)
Cuando Stendhal escribió sobre su vida en 1835, descubrió muchas cosas al revisar sus recuerdos. Aunque los eventos histórico s
y las fechas pueden parecer externos a nuestra vida, al reflexionar sobre ellos, encontramos el significado detrás de muchos
acontecimientos. Por ejemplo, cuando reviso la historia contemporánea, situo mi infancia en el contexto de los eventos nacionales .
Recuerdo el entierro de Victor Hugo, pero mi memoria personal no se enriquece simplemente con fechas y eventos.
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, Mis padres, como todos, estaban influenciados por el entorno nacional contemporáneo, y esto dejó una marca en mi infancia.
Aunque no recuerdo en detalle los eventos, la época vive en mi memoria porque estuve allí. Por lo tanto, no es útil distingui r entre
una memoria personal y una histórica; nuestra memoria se basa en la historia vivida, no simplemente en lo que aprendemos de
los libros.
La historia, para nosotros, no es solo una sucesión de hechos y fechas, sino todo lo que distingue un período de otro, y nues tras
experiencias personales son parte integral de esa historia.
En ocasiones, se nos critica por separar la memoria colectiva, entendida como la historia, de su carácter personal y específi co. Si
solo nos quedamos con las impresiones que nos dejaron los eventos históricos o la forma en que nuestros padres reaccionaron
ante ellos, ¿cómo se diferencia esto de lo que ocupa nuestra vida infantil y no queda registrado en la memoria nacional?
Un niño, por ejemplo, puede presenciar un desfile militar sin distinguir entre si los soldados regresan de la guerra, van hacia ella o
simplemente están haciendo maniobras. Los eventos históricos solo se vuelven significativos cuando los comprendemos desde el
punto de vista del grupo y cómo impactan nuestras preocupaciones y pasiones nacionales. Sin embargo, esta comprensión separa
el evento de nuestra impresión personal inicial.
La historia nos ofrece un marco externo en el cual los eventos externos dejan su marca en días y horas específicos, pero esta marca
superficial no se relaciona directamente con nuestras experiencias personales y memorias infantiles. Cada mente parece estar
separada, y la comunicación entre individuos requiere de medios artificiales como el tiempo y el espacio colectivos, así como una
historia compartida. Esto permite que nuestros pensamientos coincidan temporalmente, pero no hay una comunidad íntima de
sustancia entre estos marcos externos y nuestros recuerdos personales.
Por lo tanto, los recuerdos colectivos son aplicados a los individuales para proporcionar una visión más cómoda y segura, pero es
esencial que los recuerdos individuales existan previamente. Sin ellos, nuestra memoria estaría vacía. Cada acto de memoria
implica un elemento específico: la existencia misma de una conciencia individual capaz de sostenerse por sí misma.
LA HISTORIA VIVIDA A PARTIR DE LA INFANCIA
En nuestra reflexión, cuestionamos la posibilidad de distinguir claramente entre una memoria individual desprovista de marcos ,
que solo puede organizar recuerdos con palabras y nociones prácticas, y un marco histórico o colectivo sin memoria, es decir, no
construido ni conservado en las memorias individuales. Consideramos que cuando el niño supera la etapa puramente sensorial de
la vida y comienza a buscar el significado de las imágenes que percibe, su pensamiento se conecta con corrientes colectivas y deja
de estar encerrado en sí mismo.
Un ejemplo notable es el recuerdo de Stendhal presenciando el motín popular desde la galería de la casa de su abuelo durante la
Revolución en Grenoble, conocido como el día de las Tejas. Esta imagen de un obrero herido se grabó profundamente en su
memoria, formando parte de un evento revolucionario que trascendía su entorno familiar y local. Aunque en ese momento no
comprendiera completamente la importancia histórica del evento, la intensidad y las reacciones a su alrededor indicaban su
significancia.
Otro recuerdo significativo fue cuando, de niño, Stendhal observó a unos rusos fuera de su casa en París, quienes habían sido
tratados por Pasteur después de ser mordidos por lobos en Siberia. Este evento no solo introdujo a Stendhal en el mundo más
amplio de la ciencia y la atención médica, sino que también amplió sus horizontes hacia contextos sociales y culturales más amplios.
En resumen, la memoria individual se entrelaza con corrientes de pensamiento social más amplias, donde los recuerdos personal es
se integran y adquieren significado histórico a través de la comprensión colectiva y el contexto cultural circundante.
EL VÍNCULO VIVO DE LAS GENERACIONES
Los abuelos desempeñan un papel crucial en la transmisión de la memoria colectiva a los niños, actuando como vínculos con un
pasado aún más remoto. A menudo, los niños pasan tiempo con sus abuelos, quienes les transmiten tradiciones y costumbres que
son tan importantes, si no más, que las enseñanzas de sus padres. A través de ellos, el niño entra en contacto con una época
pasada que se refleja en sus relatos y experiencias.
Aunque los abuelos pertenecen a su propio tiempo, los niños no siempre perciben de inmediato su conexión con el pasado. Sin
embargo, sienten instintivamente que, al estar con ellos, ingresan en un mundo distinto pero familiar, que coincide con las
personalidades y formas de vida de los miembros mayores de su familia.
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