Colonialidad del poder, eurocentrismo
y América Latina 1
Aníbal Quijano 2
L a globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proce-
so que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colo-
nial/moderno y eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial. Uno de
los ejes fundamentales de ese patrón de poder es la clasificación social de la po-
blación mundial sobre la idea de raza, una construcción mental que expresa la ex-
periencia básica de la dominación colonial y que desde entonces permea las di-
mensiones más importantes del poder mundial, incluyendo su racionalidad espe-
cífica, el eurocentrismo. Dicho eje tiene, pues, origen y carácter colonial, pero ha
probado ser más duradero y estable que el colonialismo en cuya matriz fue esta-
blecido. Implica, en consecuencia, un elemento de colonialidad en el patrón de
poder hoy mundialmente hegemónico. En lo que sigue, el propósito principal es
abrir algunas de las cuestiones teóricamente necesarias acerca de las implicancias
de esa colonialidad del poder respecto de la historia de América Latina3.
1. Quiero agradecer, principalmente, a Edgardo Lander y a Walter Mignolo, por su ayuda en la revisión de este ar-
tículo. Y a un comentarista, cuyo nombre ignoro, por sus útiles críticas a una versión anterior. Ellos, por supuesto,
no son responsables de los errores y limitaciones del texto.
2. Centro de Investigaciones sociales (CIES), Lima.
3. Sobre el concepto de colonialidad del poder, de Aníbal Quijano: “Colonialidad y modernidad/racionalidad”, en
Perú Indígena, vol. 13, no. 29, Lima, 1992.
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,Aníbal Quijano
I. América y el nuevo patrón de poder mundial
América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de
poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como la primera id-entidad
de la modernidad. Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la pro-
ducción de dicho espacio/tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamen-
tales del nuevo patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias
entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta di-
ferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación natural de infe-
rioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como
el principal elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que
la conquista imponía. Sobre esa base, en consecuencia, fue clasificada la pobla-
ción de América, y del mundo después, en dicho nuevo patrón de poder”. De otra
parte, la articulación de todas las formas históricas de control del trabajo, de sus
recursos y de sus productos, en torno del capital y del mercado mundial4.
Raza, una categoría mental de la modernidad
La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida antes de
América5. Quizás se originó como referencia a las diferencias fenotípicas entre
conquistadores y conquistados, pero lo que importa es que muy pronto fue cons-
truida como referencia a supuestas estructuras biológicas diferenciales entre esos
grupos.
La formación de relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjo en Amé-
rica identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros y mestizos y rede-
finió otras. Así términos como español y portugués, más tarde europeo, que has-
ta entonces indicaban solamente procedencia geográfica o país de origen, desde
entonces cobraron también, en referencia a las nuevas identidades, una connota-
ción racial. Y en la medida en que las relaciones sociales que estaban configurán-
dose eran relaciones de dominación, tales identidades fueron asociadas a las je-
rarquías, lugares y roles sociales correspondientes, como constitutivas de ellas y,
en consecuencia, al patrón de dominación colonial que se imponía. En otros tér-
minos, raza e identidad racial fueron establecidas como instrumentos de clasifi-
cación social básica de la población.
4. Ver de Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein: “Americanity as a Concept or the Americas in the Modern World-
System”, en International Social Science Journal, no. 134, noviembre 1992, UNESCO, París. También “América,
el capitalismo y la modernidad nacieron el mismo día”, entrevista a Aníbal Quijano, en ILLA, no. 10, Lima, enero
1991. Sobre el concepto de espacio/tiempo, ver de Immanuel Wallerstein: “El Espacio/Tiempo como base del cono-
cimiento”, en Anuario Mariateguiano, vol. IX, no 9, Lima, 1997.
5. Sobre esta cuestión y sobre los posibles antecedentes de la idea de raza antes de América, remito a mi “‘Raza’,
‘etnia’y ‘nación’en Meriátegui: cuestiones abiertas”, en Roland Forgues(editor) José Carlos Mariátegui y Europa.
La otra cara del descubrimiento , Editorial Amauta, Lima, 1992.
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, Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina
Con el tiempo, los colonizadores codificaron como color los rasgos fenotípi-
cos de los colonizados y lo asumieron como la característica emblemática de la
categoría racial. Esa codificación fue inicialmente establecida, probablemente, en
el área britano-americana. Los negros eran allí no solamente los explotados más
importantes, pues la parte principal de la economía reposaba en su trabajo. Eran,
sobre todo, la raza colonizada más importante, ya que los indios no formaban par-
te de esa sociedad colonial. En consecuencia, los dominantes se llamaron a sí
mismos blancos6.
En América, la idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relacio-
nes de dominación impuestas por la conquista. La posterior constitución de Eu-
ropa como nueva id-entidad después de América y la expansión del colonialismo
europeo sobre el resto del mundo, llevaron a la elaboración de la perspectiva eu-
rocéntrica de conocimiento y con ella a la elaboración teórica de la idea de raza
como naturalización de esas relaciones coloniales de dominación entre europeos
y no-europeos. Históricamente, eso significó una nueva manera de legitimar las
ya antiguas ideas y prácticas de relaciones de superioridad/inferioridad entre do-
minados y dominantes. Desde entonces ha demostrado ser el más eficaz y perdu-
rable instrumento de dominación social universal, pues de él pasó a depender in-
clusive otro igualmente universal, pero más antiguo, el inter-sexual o de género:
los pueblos conquistados y dominados fueron situados en una posición natural de
inferioridad y, en consecuencia, también sus rasgos fenotípicos, así como sus des-
cubrimientos mentales y culturales 7. De ese modo, raza se convirtió en el primer
criterio fundamental para la distribución de la población mundial en los rangos,
lugares y roles en la estructura de poder de la nueva sociedad. En otros términos,
en el modo básico de clasificación social universal de la población mundial.
6. La invención de la categoría de color -primero como la más visible indicación de raza, luego simplemente como
el equivalente de ella-, tanto como la invención de la particular categoría de blanco, requieren aún una investigación
histórica más exhaustiva. En todo caso, muy probablemente fueron inventos britano-americanos, ya que no hay hue-
llas de esas categorías en las crónicas y otros documentos de los primeros cien años del colonialismo ibérico en
América. Para el caso britano-americano existe una extensa bibliografía (Theodore W.Allen, The Invention of Whi -
te Race, 2 vols, Verso, Londres, 1994; Mathew Frye Jacobson, Whiteness of a Different Color, Harvard University
Press, Cambridge, 1998, entre los más importantes). El problema es que ésta ignora lo sucedido en la América Ibé-
rica. Debido a eso, para esta región carecemos aún de información suficiente sobre este aspecto específico. Por eso
ésta sigue siendo una cuestión abierta. Es muy interesante que a pesar de que quienes habrían de ser europeos en el
futuro, conocían a los futuros africanos desde la época del imperio romano, inclusive los íberos que eran más o me-
nos familiares con ellos mucho antes de la Conquista, nunca se pensó en ellos en términos raciales antes de la apa-
rición de América. De hecho, raza es una categoría aplicada por primera vez a los “indios”, no a los “negros”. De
este modo, raza apareció mucho antes que color en la historia de la clasificación social de la población mundial.
7. La idea de raza es, literalmente, un invento. No tiene nada que ver con la estructura biológica de la especie huma-
na. En cuanto a los rasgos fenotípicos, éstos se hallan obviamente en el código genético de los individuos y grupos y
en ese sentido específico son biológicos. Sin embargo, no tienen ninguna relación con ninguno de los subsistemas y
procesos biológicos del organismo humano, incluyendo por cierto aquellos implicados en los subsistemas neurológi-
cos y mentales y sus funciones. Véase Jonathan Mark, Human Biodiversity, Genes, Race and History, Aldyne de Gruy-
ter, Nueva York, 1994 y Aníbal Quijano, “¡Qué tal raza!”, en Familia y cambio social, CECOSAM, Lima, 1999.
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, Aníbal Quijano
El Capitalismo: la nueva estructura de control del trabajo
De otro lado, en el proceso de constitución histórica de América, todas las
formas de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apro-
piación-distribución de productos, fueron articuladas alrededor de la relación ca-
pital-salario (en adelante capital) y del mercado mundial. Quedaron incluidas la
esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el
salario. En tal ensamblaje, cada una de dichas formas de control del trabajo no era
una mera extensión de sus antecedentes históricos. Todas eran histórica y socio-
lógicamente nuevas. En primer lugar, porque fueron deliberadamente estableci-
das y organizadas para producir mercaderías para el mercado mundial. En segun-
do lugar, porque no existían sólo de manera simultánea en el mismo espacio/tiem-
po, sino todas y cada una articuladas al capital y a su mercado, y por ese medio
entre sí. Configuraron así un nuevo patrón global de control del trabajo, a su vez
un elemento fundamental de un nuevo patrón de poder, del cual eran conjunta e
individualmente dependientes histórico-estructuralmente. Esto es, no sólo por su
lugar y función como partes subordinadas de una totalidad, sino porque sin per-
der sus respectivas características específicas y sin perjuicio de las discontinuida-
des de sus relaciones con el orden conjunto y entre ellas mismas, su movimiento
histórico dependía en adelante de su pertenencia al patrón global de poder. En ter-
cer lugar, y como consecuencia, para colmar las nuevas funciones cada una de
ellas desarrolló nuevos rasgos y nuevas configuraciones histórico-estructurales.
En la medida en que aquella estructura de control del trabajo, de recursos y
de productos, consistía en la articulación conjunta de todas las respectivas formas
históricamente conocidas, se establecía, por primera vez en la historia conocida,
un patrón global de control del trabajo, de sus recursos y de sus productos. Y en
tanto que se constituía en torno a y en función del capital, su carácter de conjun-
to se establecía también con carácter capitalista. De ese modo se establecía una
nueva, original y singular estructura de relaciones de producción en la experien-
cia histórica del mundo: el capitalismo mundial.
Colonialidad del poder y capitalismo mundial
Las nuevas identidades históricas producidas sobre la base de la idea de raza,
fueron asociadas a la naturaleza de los roles y lugares en la nueva estructura global
de control del trabajo. Así, ambos elementos, raza y división del trabajo, quedaron
estructuralmente asociados y reforzándose mutuamente, a pesar de que ninguno de
los dos era necesariamente dependiente el uno del otro para existir o para cambiar.
De ese modo se impuso una sistemática división racial del trabajo. En el área
hispana, la Corona de Castilla decidió temprano el cese de la esclavitud de los in-
dios, para prevenir su total exterminio. Entonces fueron confinados a la servi-
dumbre. A los que vivían en sus comunidades, les fue permitida la práctica de su
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