filósofos es, de hecho, casi completa (...) Es por eso que los
Los libros, ¿hacen revoluciones? El Espacio
centenares de libelos publicados sin ninguna intención filosófica
o los tratados más anodinos fueron una de las causas que inci- Público, crÃtica y
Los libros, ¿hacen revoluciones? En lo que se refiere a los tres dieron con mayor intensidad en la opinión; expusieron ante ella desacralización en
autores cuyo pensamiento hemos recorrido en el primer capÃtu- los problemas polÃticos e hicieron que se habituara a reflexionar el siglo XVIII.
lo de este libro la respuesta a esta pregunta no deja lugar a al respecto". Los orÃgenes
duda. Veamos lo que dicen. Tocqueville: "Esta circunstancia, tan
nueva en la historia, de toda la educación polÃtica de un gran Una misma idea subyace en estos tres juicios: que la lectura
culturales de la
pueblo, hecha en su totalidad por los hombres de letras fue, está investida de un poder de persuasión tan fuerte que es Revolución
quizás, lo que más contribuyó a dar a la Revolución francesa su capaz de transformar por completo a los lectores y de hacer que Francesa
genio propio y a hacer que de ella brotara todo lo que vemos. sean corno los textos lo quieren. De ahà que los tres autores,
Los escritores no sólo proporcionaron al pueblo que la hizo sus con diferentes modalidades, tengan una manera idéntica de
ideas; le dieron su temperamento y su humor. Con su gran dis- comprender la formación prerrevolucionaria de la opinión como Roger Chartier
ciplina, en ausencia de otros conductores, en medio de la igno- un proceso de interiorización, de parte de lectores cada vez más
rancia profunda en que se vivÃa habitualmente, toda la nación, numerosos a lo largo del siglo, de las maneras de pensar pro-
al leerlos, termina por adquirir los instintos, el ingenio, los gus- puestas por los textos filosóficos. Vehiculizadas por el escrito
tos y hasta los defectos naturales de aquellos que escriben; de impreso, las nuevas ideas conquistan los espÃritus, modelan los
tal suerte que, cuando por fin tuvo que actuar, transfirió a la modos de ser, suscitan los interrogantes. Si los franceses de
polÃtica todas los hábitos de la literatura". fines del siglo XVIII hicieron la Revolución es porque, previa-
mente, habÃan sido transformados, "hechos" por los libros, libros
TaÃne: "La filosofÃa se insinúa y desborda por todos los medios que transmÃtÃan un discurso abstracto, alejado de la vida real y
públicos y secretos, por los manuales de impiedad, las que, al criticarla tradición, socavaban el poder de las autori-
TeologÃas portátiles y las novelas lascÃvas que se llevan a dades. Esta es la hipótesis de la cual hay que partir, sin perjuicio
escondidas, por los versos picarescos, los epigramas y las can- de demostrar en el trayecto ciertas dudas al respecto.
ciones que cada mañana son la novedad del dÃa, por los des-
files de la feria y las arengas de academia, por la tragedia y por
la ópera, desde comienzos hasta fines de siglo, desde el Edipo Lectores multiplicados
de Voltaire hasta el Tarare de Beaumarchais. Al parecer la
filosofÃa es lo único que hay en el mundo; al menos está en Veamos, primero, los datos más concluyentes. Nos indican que
todas partes e Ãnunda todos los géneros literarios; ya no preocu- para lectores más numerosos y más ávidos los libreros propo-
pa saber sà los deforma, basta que le sirvan como canales". nen una producción profundamente transformada. En lo que se
refiere a los lectores, el hecho esencial, sin duda, no es tanto la
Por último, Mornet dice: "La filosofÃa permitió a aquellos que progresión global del porcentaje de alfabetizados (que pasa del
querÃan intervenir en polÃtica discurrir sobre el tema. Sin duda, 29 al 47% para los hombres y del 14 al 27% para las mujeres
en todas las épocas del Antiguo Régimen, incluso en los tiem- entre 1686-1690 y 1786-1790), sino la mayor presencia del
pos en que la censura era más severa y más eficiente, circu- impreso en medios sociales que antes casi no poseÃan libros. En
laron panfletos; pero eran más o menos raros y su difusión era efecto, en el transcurso del siglo aumentan tanto el porcentaje
más o menos ardua. Por el contraria, después de 1770 y sobre de propietarios de libros -en particular en el mundo del artesana-
todo después de 1780, la libertad de escribir reclamada por los do y del pequeño comercio urbano- cuanto la importancia de las
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, "bibliotecas" que se poseen. En ParÃs, mientras que sólo el 30% sanos bien establecidos. Los que alquilan libros, por su lado,
de los inventarios posteriores al fallecimiento de criados y el consiguen libros para los parisienses en el dÃa, o incluso en el El Espacio
13% en el caso de los operarios mencionan la existencia de momento, dado que, como lo observa Louis-Sébastien Mercier Público, crÃtica y
libros a comienzos del siglo XVIII, en 1780 es del 40% y 35%, en su Tableau de Paris (que a menudo nos servirá de guÃa en desacralización en
respectivamente. En las ciudades del Oeste, el porcentaje de este capÃtulo): "Hay obras que provocan tal efervescencia que el el siglo XVIII.
los inventarios que señalan la presencia de obras pasa, entre librero está obligado a fragmentar el volumen en tres partes para Los orÃgenes
fines del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, del 10 al 25% en poder atender la urgencia de los múltiples lectores; en ese caso
las sucesiones con un patrimonio inferior a 500 libras, de menos se paga no ya por dÃa sino por hora. Instalados en pequeños
culturales de la
del 30% a más del 40% en las que ese patrimonio es de 500 a negocios o al aire libre, los "bouquinistes" llegan, sin duda, a los Revolución
1.000 libras, del 30 al 55% en las que es de 1.500 a 2.000 libras lectores más populares, que devoran novedades y folletos en el Francesa
y del 50 al 75% en las que se calcula en más de 2.000 libras. Al espacio abierto de la gran ciudad. Las colecciones que aparecen
mismo tiempo, se acrecienta la importancia de las colecciones: en los inventarios de los notarios, aunque sean más abundantes
entre fines del siglo XVII y la década de 1780, el tamaño medio y más frecuentes en las últimas décadas del Antiguo Régimen, Roger Chartier
de las bibliotecas de la burguesÃa pudiente se eleva de la fran- sólo dan, pues, una idea insuficiente del hambre de lectura que
ja de 1 a 20 volúmenes a la de 20 a 100 volúmenes, el de las atormenta incluso a los ciudadanos menos acaudalados.
bibliotecas eclesiásticas de la franja de 20 a 50 volúmenes a la
de 100 a 300 volúmenes, el de las bibliotecas de los nobles y
magistrados, de la franja de 1 a 20 volúmenes a la de más de Una producción transformada
300 volúmenes. Si bien no todos los nuevos alfabetizados son
compradores de libros en potencia (sobre todo en el campo, A estos lectores multiplicados, la LibrerÃa del siglo ofrece una
donde el material impreso llevado por los vendedores ambu- producción transformada en sus bases fundamentales. El más
lantes sigue siendo relativamente pobre), en la ciudad, al espectacular de los cambios registrados en las solicitudes de
menos, el mercado del libro se amplÃa y más lectores reclaman permisos públicos (privilegios o permisos simples) está dado por
más textos. el retroceso y luego por la caÃda del libro de religión. Mientras
que las obras religiosas, sin discriminar las categorÃas, consti-
Para satisfacer su demanda, que a menudo excede de sus tuÃan la mitad de la producción impresa parisiense a fines del
medios, nuevos negocios les permiten leer sin comprar; por siglo XVII y una tercera parte en la década de 1720, sólo llegan
ejemplo, los salones de lectura abiertos por los libreros después a una cuarta parte a principios de los años 1750 y a una décima
de 1760 o los negocios y puestos que alquilan libros. En los parte en la década de 1780. Como el sector de las otras grandes
salones de lectura, a cambio de un derecho anual de diez o categorÃas bibliográficas (derecho, historia, letras) permanece
veinte libras, los abonados encuentran, para leer allà o para más o menos estable a lo largo de todo el siglo, las ciencias y
tomar en préstamo lo que no pueden adquirir: las gacetas y los las artes, cuyo porcentaje se duplica entre 1720 y 1780, son las
diarios cuya suscripción es muy costosa, las grandes obras de grandes beneficiarias de la retracción del libro de liturgia y devo-
referencia (diccionarios, enciclopedias, almanaques, etc.), las ción. Tanto más cuanto que, en los permisos tácitos, se llevan la
novedades literarias y filosóficas. Al permitir leer mucho sin gas- mejor parte: si bien en la década de 1750 sólo reúnen la cuarta
tar demasiado y ofrecer discretamente las obras prohibidas, la parte de los pedidos, aventajadas por las letras, a principios de
fórmula tiene éxito, en ParÃs y en provincias, y atrae a una clien- la década de 1780 van a la cabeza, con más del 40%.
tela numerosa de miembros de las profesiones liberales y de Constituida por las ciencias en cuanto a los permisos con sello
negociantes, de estudiantes y de docentes, incluso de arte- real y por la polÃtica en cuanto a los permisos tácitos, esta cate-
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